miércoles, 1 de mayo de 2013

Poesía y pintura relacionada con la almendra.



Descripción: Permalink04.02.10 @ 07:00:00. Archivado en NaturalezaPoesíaMiguel Hernández

El pasado lunes me impactó emocionalmente un dibujo del genial Mingote. Venía explicado por el siguiente texto: "Gracias a Mónica Fernández Aceytuno nos hemos enterado de que han florecido los almendros. ¡Cuánto tienen que aprender de esta chica esos portavoces...!" (Se refiere el dibujante a M.F.A., licenciada en Ciencias Biológicas, columnista de ABC y editora del portal de la Naturaleza"aceytuno"(pulsar) .
La sabiduría popular ya sentenciaba en pasados siglos: "En febrero, la flor del almendro". El árbol de los mazapanes y los turrones no puede esperar más y adelanta la primavera. Todavía en febrero, se emperifolla con tirabuzones blancos y rosados, retando al peligroso invierno que le suele martirizar con sus uñas de hielo. Probablemente, en estos gélidos días, estará dañando a millones de perfumadas ramas que habrá que amputar muy pronto para sanar el árbol.
                               
"PROPÓSITO DE ESPUMA Y DE ÁNGEL ERES"
En sus vigilias cabreras, el bueno de Miguel Hernández (no olvidéis que, ya en 2010, celebramos su centenario) contemplaría con asombro la valentía y belleza del almendro, símbolo blanco de pureza y espiritualidad, lírica evocación de otra alta Flor, celeste"Rosa Mística" (nos encontramos en su primera etapa, de fervores católicos). No dejemos muy atrás el "tan temprano" que habrá que retomar ante el zarpazo cruel de la pérdida de su mejor amigo. ¿Y qué decir de la metáfora de la blanca floración como lana sobre piel de cordero? De eso y del esquileo sabía mucho el pastor oriolano...:
ROSA DE ALMENDRA
Propósito de espuma y de ángel eres,
victima de tu propio terciopelo,
que, sin temor a la impiedad del hielo,
de blanco naces y de verde mueres.
¿A qué pureza eterna te refieres
con tanta obstinación y tanto anhelo?....
¡Ah, sí!: tu flor apunta para el cielo
en donde está la flor de las mujeres.
¡Ay! ¿por qué has boquiabierto tu inocencia
en esta pecadora geografía,
párpado de la nieve, y tan temprano?
Todo tu alrededor es transparencia,
¡ay pura de una vez cordera fría,
que esquilará la helada por su mano!

"A LAS ALADAS ALMAS DE LAS ROSAS DEL ALMENDRO DE NATA TE REQUIERO..."
Fallecido inesperadamente Ramón Sijé en la Nochebuena de 1935,Miguel, conmovidísimo, deja fluir en pocos días una tierna y rabiosa"Elegía". Redactará Juan Ramón Jimenez, en El Sol, para la inmensa minoría de sus lectores habituales, un comentario muy laudatorio y un pelín laico:
"En el último número de la Revista de Occidente publica Miguel Hernández, el extraordinario poeta de Orihuela, una loca elegía a la muerte de su Ramón Sijé y seis sonetos desconcertantes. Todos los amigos de la poesía pura deben buscar y leer estos poemas vivos... Que no se pierda en lo rolaco, lo católico y lo palúdico... esta voz, este acento, este aliento joven de España."
En la tercera parte de su intenso poema, sosiega el amigo poeta, al fin, su rabia metafísica, y susurra en voz baja esperanzados versos:
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.


"YA ESTARÁN LOS ALMENDROS DE NUESTROS CAMPOS RESPLANDECIENTES..."
Aquel cuerpo recién caído, aquel corazón ofrecido como estiércol, ya es pájaro/ángel/abeja por las flores, por las rejas de los enamorados. Ya asciende hacia las altas ramas de los blancos almendros.Comenta Miguel al panadero Carlos Fenoll,escribiendo desde Madrid pocas semanas después del entierro de Sijé en Orihuela:
"Quiero ir cuanto antes por ahí; ya estarán los almendros de nuestros campos resplandecientes... Por este tiempo íbamos Sijé y yo el año pasado a verlos juntos, por este tiempo corría yo por la sierra de un lado a otro tirando piedras y bañándome en los barrancos y ahora estoy a esta máquina de escribir que se ríe de mí."
Antes de enterrarle para siempre, velará Miguel el cuerpo/flor-de-almendro de su amigo, no por cinco horas: las precisas para aclararle su amistad con Neruda (pulsando aquícomprenderéis mejor la tensión entre sus dos amores, Pablo Neruda y Pepe Marín), para confidenciarle el vertiginoso descubrimiento del amor y la sangre, de las cosas pequeñas y de los hombres grandes, azules caracolas al borde del océano... Para explicarle que...
"uno de los lados más escogidos de mi corazón se ha quedado como un rincón vacío..."

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Doña Almendra y don Pistacho

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-Buenos días, doña Almendra,
¡Cuan hermosa viste usted!

-Buenos días, don Pistacho,
verle aquí es un placer
¿Dónde va tan peripuesto
con tres rosas y un clavel?

-Voy a ver a doña Pipa
a su cesta de alquiler
hoy saldremos a la calle
a cenar con el marqués,
el marqués don Anacardo
que vendrá con su mujer

-¿Irá pues doña Avellana?

-Pues vendrá ella también
¿Hacia dónde se dirige,
doña Almendra, con sus pies?

-Voy a ver a doña Pasa
para ver si ya está bien
que anteanoche estuvo mala
y lo mismo estuvo ayer
Llego tarde, don Pistacho,
¡Que disfrute del comer!

-Hasta pronto, doña Almendra,
¡Que disfrute usted también

“Los almendros del Pi”. De Majo Ribera

“OJOS COLO DE ALMENDRA”
Quisiera encontrar en mis sueños,
mas soñados,
el verso mas galante,
mas cuidado,
para rendir pleitesía a aquellos ojos...
Los que ayer,
tan sólo ayer, me deslumbraron...
Que con su brillo de almendra,
me contaron,
-en el lenguaje sutil de la mirada-
misterios y ansiedades que le abrazan,
que se mantienen ocultos,
en su alma...
Sé, que su pequeño corazón
-volcán en llamas-
frágil y tierno...
espera ansioso,
ríos de amor correr,
por su ladera ardiente,
abriéndose en mil surcos diferentes
con un deseo inmaculado,
nuevo...
Y en el color almendra de sus ojos,
de esos ojos que sin mirar,
lo dicen todo
-traviesa ocurrencia del destino-
de una profundidad inusitada,
se derrame el calor de otra mirada...
Mirada que busque amar,
tan bellos ojos...
escondida en el surco sensual,
de sus pestañas
-cristales derretidos por la espera-
con llamaradas de sol, que estallan,
y claman...
Poeta, ve !,
acaricia sus entrañas ,
vírgenes , anhelantes..!
Abreva,
en el manantial vital ,
de esa mirada
y escríbele con letras de amor,
el mas bello verso,
a esos ojos,
a sus ojos...
tan bellos ojos...
color almendra...
dulces...
ansiados...

Rodolfo 2-06
lunes, 11 de enero de 2010

“Rama de almendro en flor” Van Gogh


ALMA DE ALMENDRAS

Me preguntas a mí si las almas de almendra sabrán las
palabras que ayer inventamos
Te respondo que sí
que ellas mismas dotaron de horario al reloj de las sombras
El óleo del día discurre en tu rostro como una obra de arte
Suspiras y entiendes que cada palabra es un lúcido sueño de
un fénix aún virgen
Me preguntas a mí las palabras que ayer inventamos
Las pronuncio una a una como si en ellas volviera a nacer la
memoria que apenas ayer era un flan de vainilla en el medio
del hambre
Dónde inhumamos aquellas palabras de letras inciertas que
iremos a ver ya pasada la vida
Las pronuncio una a una:
gazmandra sarispa azusantu achariel luxamante
Tus ojos evocan sus significados y me hacen temblar la
ilusión de rozar con mis labios la página rota en que
acaba el poema
Hemos estado inventando por horas la orgía de las horas
Eres entonces el único libro en que leo la pasión con que el
tiempo enamora al arcángel terrestre
Las manecillas han sido por siempre la lanza de aquél cuyo
nombre he olvidado
Hoy no me importa si el radio no toca canciones que muevan el
alma
Me he enamorado del péndulo hambriento que vuelve otra
vez a posar su estertor sobre el alma sedienta
No sé si algún día las almas de almendra sabrán las
palabras que ayer inventamos
No sé si estos versos serán recordados pasado el instante o si
en vano transitan
Sólo sé que gazmandra sarispa azusantu achariel luxamante
no son las palabras que ayer inventamos
Porque ayer otra luna ofrendaba su arrope a lengua del lago
Y porque ayer el futuro era un tibio presagio al regazo del cielo
Sólo una pregunta trasciende los siglos
¿Dónde estabas el pasado Pluterday?
Te pregunto y tus ojos se van dilatando a encontrar la respuesta
Puedo escuchar tu silueta perderse en el tiempo como una
espiral que secuestra tus ojos
Dejo que caigas en ese vacío existencial de la cuántica etérea y las
danzas sanguíneas
La canción de la radio repite las mismas palabras que ayer inventamos
Las he pronunciado y tus ojos retornan aquí donde el ovalo abraza el
paisaje
Asomas tu vista a las casas distantes
La calle ha olvidado que debe fingir custodiar a las sombras
Somos transeúntes de un libro perdido
La habitación se despide del resto del mundo y enciende el motor que
nos lleva hasta el punto final de esta página rota


© Fausto Vonbonek
“Gorriones en un almendro” Eulogio Díaz del Corral

“Almendro” Rosario campanario Ramos

Poema Mandorla de Paul Celan
En la almendra -¿qué hay en la almendra?
La Nada.
La Nada está en la almendra.
Allí está, está.
En la Nada -¿quién está? El Rey.
Allí está el Rey, el Rey.
Allí está, está.
Bucle de judío, no llegarás al gris.
Y tu ojo -¿dónde está tu ojo?
Tu ojo está frente a la almendra.
Tu ojo frente a la Nada está.
Apoya al rey.
Así está allí, está.
Bucle de hombre, no llegarás al gris.
Vacía almendra, azul real.

Versión de José Ángel Valente


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“No florezcáis en enero”
por José Fco. Climent Sirvent
Yo florecí en enero.
Seducido por la luna y deslumbrado por el sol,
mi savia como ninguna me hizo brotar una flor.
Y otra y otra, cientos, miles, bellísimos serafines.
De una forma genuina, de manera singular,
me sentía orgulloso, vigoroso, sin igual.
Pero cosas del destino, por quererme anticipar,
se hizo escarcha el roció, un febrero criminal.
Frio, hielo, mucho frio.
Se me quemaron las flores, se moría mi alegría.
Dolores muchos dolores, mi savia no se movía,
y entre tantos sinsabores otros almendros reían.
De mis raíces dos brotes ya despuntan hacia el cielo,
Solo deseo decirles no florezcáis en enero.


“el ciclo de un almendro” por José Antonio Tercero